Apoyarse en alguna medida en los otros es sin duda normal y forma parte de nuestra naturaleza gregaria, sin embargo, una dependencia exagerada resulta muy problemática, y el grado extremo de dependencia ha sido definido como Trastorno de Personalidad por Dependencia.
El Trastorno de Personalidad por Dependencia, se describe en personas que presentan una necesidad general y excesiva de que otra persona se ocupe de ellas, lo que va acompañado de un comportamiento de sumisión, adhesión y temor a la separación.
Este trastorno de personalidad está entre los descritos con más frecuencia en las consultas de salud mental, es de inicio en la edad adulta o adolescencia y se presenta en varios contextos.
La motivación central de los pacientes con Trastorno de Personalidad Dependiente es obtener y mantener los vínculos que le proporcionen apoyo y cuidado, por lo que generalmente sus relaciones de afecto son de larga duración.
Para mantener esa dependencia, son capaces de comprometerse en situaciones y estilos de vida que no siempre resultan reconfortantes.
Estos sujetos no logran tomar decisiones cotidianas, o no están dispuestos a hacerlo a menos que cuenten con el consejo y el apoyo de otros; tienen una marcada falta de confianza en sus propios juicios o capacidades, lo que les impide emprender o iniciar proyectos en forma independiente.
Las personas con Trastorno de Personalidad por Dependencia, se sienten fácilmente heridos por la crítica o la desaprobación, tienden a someterse a sus cuidadores, y se esfuerzan mucho por gustar; tienen tanto miedo al rechazo que se manifiestan siempre de acuerdo con el otro, incluso cuando creen que está equivocado.
Se ven a sí mismos como inadecuados y desvalidos, sintiéndose incapaces de enfrentarse con éxito al mundo por sí solos; perciben su entorno como un lugar frió, solitario e incluso peligroso, en el que probablemente no puedan manejarse sin ayuda.
Para ellos la forma de sobrevivir en este mundo difícil consiste en tratar de encontrar a alguien que les proteja y les cuide, que se haga cargo de ellos; y para eso vale la pena renunciar las propias necesidades y deseos.
Esta forma de adaptarse al entorno tiene consecuencias contraproducentes, ya que al apoyarse en otros para manejar sus problemas y tomar decisiones, el sujeto pierde la oportunidad de aprender las habilidades necesarias para la autonomía.
Algunos individuos nunca adquieren competencias personales como la asertividad, capacidad de resolución de problemas y toma de decisiones, tan necesarias para la vida independiente.
Otros en cambio, poseen habilidades para desenvolverse solos, pero no reconocen sus aptitudes o no las usan, la idea de volverse más competente los asusta, ya que temen que sus “cuidadores” los abandonen al dejar de estar necesitados.
Al no desarrollar habilidades de adaptación social se vuelven cada vez más dependientes, y esto les impide a su vez desenvolverse en forma autónoma, formándose un círculo vicioso.
Esto puede provocar situaciones de dependencia extrema, en que la persona con Trastorno de Personalidad Dependiente es capaz de soportar y someterse a situaciones humillantes, con tal de mantener la relación de dependencia
El tratamiento de este trastorno, es la psicoterapia, acompañada o no de farmacoterapia. En términos generales, el pronóstico de estos pacientes dependerá de la precocidad del diagnóstico, del tratamiento, y del arraigo que los rasgos de dependencia tengan en cada sujeto en particular, entre otros factores.
Por todo lo anterior, resulta esencial un adecuado y precoz manejo psicoterapéutico que involucre tanto al paciente y como a su grupo familiar.
Autora: Psicóloga Bárbara Serra Wilkens
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