Dormir bien no solo significa descansar: es un proceso biológico esencial que permite al cerebro organizar aprendizajes, regular emociones y reparar el cuerpo. En la infancia y la adolescencia, donde el crecimiento y los cambios emocionales son intensos, el sueño se vuelve un factor clave para el desarrollo integral.
En Chile, una investigación de la Universidad de Chile reveló que durante la pandemia, el 26,4 % de los niños reportó problemas para dormir, principalmente asociados al estrés, la falta de rutinas y el uso excesivo de pantallas. Estos datos muestran cómo factores externos pueden alterar un hábito vital, con repercusiones directas en el bienestar emocional.
Las consecuencias de un mal descanso se evidencian en el corto plazo: irritabilidad, falta de concentración, bajo rendimiento escolar y conflictos familiares. A largo plazo, aumenta el riesgo de problemas de ansiedad y depresión, lo que convierte al sueño en un tema de salud pública y no solo en una cuestión de disciplina familiar.
Teresa Valle, psicóloga de Grupo cetep señala al respecto: “El sueño tiene un papel fundamental en el bienestar a lo largo de la vida, principalmente porque en el sueño, el cerebro trabaja para consolidar lo que vivió en el día, lo que aprendimos, regula nuestras emociones, afecta nuestro estado de ánimo, nuestra capacidad de concentración, disminuye el estrés, y en niños y adolescentes también el desarrollo hormonal y el crecimiento físico. El sueño aborda distintas áreas de nuestra salud mental, y es importante cuidar la higiene del sueño, sobre todo en niños y adolescentes, que se encuentran en una etapa clave en su desarrollo.”
Fomentar buenos hábitos de sueño desde la infancia es una inversión en salud mental. Los padres y cuidadores pueden marcar la diferencia estableciendo rutinas consistentes, creando ambientes propicios para descansar y promoviendo un estilo de vida equilibrado.
Consejos prácticos para mejorar el sueño infantil
1. Mantener rutinas de sueño consistentes, incluso fines de semana
La regularidad ayuda al cuerpo a reconocer los horarios naturales de descanso.
2. Evitar pantallas al menos una hora antes de dormir
La luz azul retrasa el sueño y estimula el cerebro; mejor optar por actividades tranquilas.
3. Crear un ambiente de descanso adecuado: oscuro, silencioso y fresco
Un espacio acogedor favorece el sueño profundo y reparador en los niños.
4. Estimular la actividad física regular, pero no antes de acostarse
El ejercicio ayuda a liberar energía y a dormir mejor, siempre en horarios adecuados.
5. Consultar con un especialista si las dificultades persisten
Cuando el insomnio o las alteraciones se prolongan, la orientación profesional es clave para recuperar el bienestar.
En Grupo Cetep sabemos que la Salud Mental se construye desde lo cotidiano, y que el sueño es una de sus bases más sólidas. Nuestra misión es acompañar a las familias en la promoción de hábitos saludables y en el acceso a apoyo especializado, para que cada niño y adolescente crezca con bienestar, energía y plenitud.