El fútbol puede tener importantes efectos en la Salud Mental, ya que despierta intensas emociones, remueve la autoestima y promueve relaciones de amistad y compañerismo.
Ver un partido de fútbol en el trabajo, en el colegio o en familia puede ser una actividad catártica muy eficiente para eliminar tensiones, ya que los gritos, las bromas, los cantos, saltos y morisquetas son una forma saludable -y en ese momento socialmente aceptada – de dar rienda suelta a muchas emociones. Este último punto es especialmente significativo para los hombres, que generalmente (debido a las normas culturales imperantes) externalizan menos sus emociones.
Disfrutar de un partido de fútbol en grupo facilita el desarrollo de un ambiente de inclusión social en el que personas muy diferentes comparten una forma de vestir, un lenguaje y emociones que normalmente no comparten en la vida diaria. El identificarnos con un deseo en común, aumenta nuestro sentido de arraigo, pertenencia e identificación con el grupo y con nuestra comunidad, aumentando también nuestra autoestima.
Como todo en la vida, los extremos son riesgosos: cuando la identificación con nuestro equipo es extrema, y se vuelve algo central en la vida, nuestro sentido de identidad puede ser muy vulnerable a los buenos o malos resultados del equipo y producir emociones exageradas en intensidad o duración, llegando a producirse incluso problemas psicológicos (se han descrito cuadros de ansiedad, irritabilidad, insomnio y cefaleas recurrentes). Cuando el fútbol se transforma en una obsesión más que una pasión también puede ser causa de conflictos de pareja y familiares, ya que la persona puede llegar a descuidar sus responsabilidades.
Finalmente, hay que subrayar que el más importante impacto sobre la Salud Mental se produce cuando se juega fútbol, ya que está probado científicamente que el ejercicio está directamente relacionado con un mejor nivel de salud general y de salud mental.
Dra. Claudia Barrera Renault, Psiquiatra y Gerente General de Cetep.