Las deseadas vacaciones constituyen una oportunidad única de salir de la actividad rutinaria, explorar, compartir con la familia y amigos y, por supuesto, descansar. Sin embargo, tarde o temprano llegan a su fin, miles de personas regresan a sus puestos de trabajo por estos días y para la mayoría de ellos será difícil conciliar de nuevo su rutina.
El regreso al trabajo implica un esfuerzo de adaptación para nuestro organismo y para nuestro aparato psíquico, que no siempre resulta exitoso. Cuando logramos una buena adaptación probablemente tendremos sueño un par de días en el trabajo, y luego retomaremos nuestra rutina sin mayor dificultad. Sin embargo, en las ocasiones en las que no logramos adaptarnos al retorno al trabajo puede presentarse un “Síndrome Post Vacacional”.
Este cuadro clínico ha sido descrito durante los últimos años, registrando frecuencias de aparición entre un 6 y 35% de los trabajadores entre 25 y 40 años, en diferentes poblaciones occidentales. Los síntomas que aparecen más frecuentemente en este cuadro son insomnio, preocupación, ansiedad, fatigabilidad fácil, irritabilidad y labilidad emocional (llanto fácil); y se presentan generalmente durante dos semanas aproximadamente, siendo por lo tanto de duración autolimitada.
La causa principal de este síndrome es el cambio en la rutina diaria, en nuestros hábitos, que produce una alteración de nuestros ritmos biológicos. Durante las vacaciones el sueño se altera de forma fundamental: nos levantamos tarde, generalmente dormimos siesta y nos acostamos pasada la media noche. Nuestra alimentación también se ve alterada, tanto en los horarios de las comidas, como en la cantidad y calidad de ésta. Este desorden generalizado frecuentemente va aumentando a medida que progresan las vacaciones, siendo los últimos días generalmente los más libres y desordenados.
Otros aspectos que influyen en la aparición de este cuadro clínico tienen relación con las expectativas y el grado de satisfacción que tenga el individuo en su trabajo,si su actividad laboral es vivida como una experiencia motivante y entretenida, probablemente no aparecerá sintomatología alguna. Por el contrario, si existen conflictos o desmotivación laboral, es más probable que este síndrome aparezca.
De la misma forma, influye la calidad de las redes sociales en el trabajo, la relación con jefes, compañeros y subalternos es fundamental para lograr una mejor adaptación al retorno laboral.
Finalmente, como en todas las ocasiones en las que debemos adaptarnos a los cambios, influye de forma importante la capacidad personal de adaptación al estrés, que está determinada por componentes genéticos y del desarrollo de nuestra personalidad.
Otros factores que pueden aumentar el estrés en esta época del año, especialmente en nuestro país, se relacionan con el retorno a clases de los niños, y todas las actividades que esto conlleva (compra de útiles escolares y uniformes); y con los gastos asociados al mes de marzo, que si no han sido previstos aumentan nuestra sensación de ansiedad.
Consecuencias
A pesar de ser un cuadro de corta evolución, puede tener consecuencias especialmente en nuestras relaciones interpersonales, podemos mostrarnos irritables y poco tolerantes tanto en el trabajo como en nuestro hogar, generando conflictos con seres significativos o queridos.
Los resultados que arrojó un estudio en España, señalan que un tercio de los divorcios ocurren al término de las vacaciones. A nuestro juicio, este aumento de las separaciones se produce porque durante el año las obligaciones familiares, laborales y de amistad nos dejan escaso tiempo para ver y trabajar conflictos latentes, y en vacaciones la mayor convivencia con la pareja e hijos y las horas libres para pensar, hacen que salgan a flote los problemas maritales.
Si el cuadro se prolonga, puede evolucionar a otra enfermedad como la depresión o un trastorno de ansiedad, por lo que en estos casos se sugiere consultar lo antes posible a un especialista.
¿Cómo prevenirlo?
Como revisamos, el exigir a nuestro cuerpo y espíritu que pasen rápidamente de una vida libre y desordenada a una vida ordenada y con obligaciones, es la principal causa de este síndrome, y para prevenirlo se sugiere seguir algunas indicaciones:
- Tomarse un par de días al final de las vacaciones para ordenar los ritmos biológicos (sueño y alimentación); y preparar todo lo necesario para regresar al trabajo o al colegio).
- Retomar la actividad laboral gradualmente, ordenar y organizar la agenda con actividades para ir aumentando progresivamente la intensidad de las labores a lo largo de la semana y evitar saturarse. Ojalá no hacer horas extras durante la primera semana.
- Eliminar definitivamente las actitudes negativas y conflictivas y regresar a la rutina con una buena predisposición. Presentar una actitud abierta a las buenas experiencias que pueden existir en el trabajo: reencuentro con amigos, desafíos pendientes, etc. Visualizar el trabajo con optimismo, de forma positiva, como algo gratificante en el sentido que uno hace lo que le gusta y que gracias a él puede tener ingresos, pertenecer a una institución y a un grupo humano acogedor.
- Planificar los gastos y responsabilidades económicas asociadas al mes de marzo con anticipación.
- Repartir las vacaciones a lo largo del año. Aunque utilice la mayor parte durante el verano, siempre es bueno dejar unos días para así tener pequeñas válvulas de escape a lo largo de todo el período laboral.
- Mantener actividades placenteras durante el año: deportes, hobbies, actividad social y buscar actividades gratificantes como salidas recreativas con la familia durante el fin de semana.
Autora: Dra. Claudia Barrera Renault, Médico-Psiquiatra.
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