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¿Cómo enfrentar el estrés laboral?

Experiencia

Reunión con  el jefe, presentación, comer rápidamente o “pasar por el alambre”, media hora de gimnasio, vuelta al trabajo, recoger a los niños, revisar las tareas y bañarlos, preparar la comida, las colaciones para el día siguiente y conseguir que se laven los dientes, planchar, recoger la casa… Es la frenética jornada de muchas mujeres que intentan conciliar vida familiar y laboral, pero el ritmo les pasa factura.

Mientras persista la multiplicidad de roles que debe jugar la mujer, las enfermedades  relacionadas con el estrés y la ansiedad seguirán a la cabeza de las patologías femeninas.

Los estudios señalan que si bien las mujeres viven más que los hombres, también sufren más problemas de salud. Su incorporación al mercado laboral no sólo ha cambiado sus hábitos, sino que también la han incorporado a la lista de enfermedades con las que antes tan sólo se vinculaba a los hombres, como las cardiovasculares. Realidad que no afecta exclusivamente la vida laboral de quien la sufre, sino también a su vida personal y familiar.

En términos generales, se puede decir que el estrés laboral origina en la persona la sensación de no ser capaz de controlar las exigencias laborales, lo que genera frustración e incertidumbre.

En las empresas, el estrés provoca un aumento en el ausentismo y atrasos, genera bajas en la productividad y gatilla un clima laboral más conflictivo. También aumenta el riesgo de accidentes. A nivel individual afecta en forma transversal todas las áreas de la persona. A nivel emocional, la persona se siente nerviosa, llora con facilidad, está más propensa a irritarse y se siente desmotivado. A nivel fisiológico puede afectar a nivel cardiovascular, hormonal, gástrico y muscular. También es responsable en muchas ocasiones del bruxismo y los dolores de cabeza reiterados. En el plano cognitivo, la persona ve disminuida su capacidad para concentrarse, retener información y estar en un estado de alerta. En cuanto a su conducta, la persona presenta mayor dificultad para manejar sus impulsos por lo que puede volverse más agresivo y conflictivo en sus relaciones. También estará más expuesto a cometer errores.

Un estudio reciente de la OCDE señala que el 20% de la población productiva está afectada por problemas de Salud Mental en los países que la integran, entre ellos Chile. Depresión, ansiedad y abuso de sustancias, son los cuadros más detonantes.

Las enfermedades del ánimo impactan en el 88% de las personas provocando disminución en la productividad, lo que trae consecuencias personales, familiares y empresariales. Otra consecuencia es la pérdida de días de trabajo. La persona que sufre de una enfermedad de salud mental se ausenta en promedio 6 días, a diferencia de otras enfermedades donde el promedio es  de 4.8 “La cantidad de personas expuestas a estrés relacionado con el trabajo o presión laboral ha crecido en la última década. Y bajo el clima económico actual cada vez más y más personas están preocupadas por la seguridad de su empleo” indica el estudio.

Conscientes de esta realidad que afecta especialmente a las mujeres que trabajan, las empresas han asumido la responsabilidad de ofrecer condiciones laborales que resguarden su salud y los avances en la legislación apuntan a este sentido.

Pero, la obligación más básica la tiene la mujer consigo misma que debe cuidar de su salud y bienestar. Por eso, es preciso alertar que ante cualquier síntoma de estrés, debe tomar medidas de inmediato. Es preciso tomar conciencia que se han sobrepasado sus propios límites. Muchas veces, uno se habitúa y permanece en un estado de estrés (estrés crónico), como si éste fuera su estado normal. Es bueno darse un momento para reflexionar respecto al origen del estrés y preguntarse: ¿De qué manera el trabajo está generándome estrés? ¿Y de qué manera yo mismo estoy contribuyendo a estar así?

El trabajo contribuye al estrés en diversas situaciones: cuando la carga de trabajo es excesiva, cuando se deben enfrentar situaciones inciertas o desconcertantes, o cuando se deben realizar tareas para los cuales se está poco preparado, lo que puede generar temor.

En la generación de estrés también pueden influir factores personales que repercuten en la manera de relacionarme con el trabajo. Por ejemplo, cuando se es demasiado perfeccionista o entro en conflicto con las autoridades, ello hace que me focalice en estos problemas y descuide la vida personal y familiar.

¿Qué hacer entonces para prevenir el estrés laboral?…Revise sus hábitos ya que éstos son fundamentales para recuperar el  funcionamiento normal. Algunos aspectos claves son:

  1. Contar con buen estado físico
  2. Llevar un ritmo de sueño y descanso adecuados
  3. Tener tiempo de ocio y no concentrar toda la vida en lo laboral
  4. Aprender técnicas de relajación para afrontar el estrés
  5. Fomentar el pensamiento positivo

Movilizar el  cambio no está siempre en manos de la persona afectada, la organización tiene un rol igualmente protagónico. Hoy en día las empresas suelen tener distintas acciones dirigidas a este fin, las que pueden ir desde charlas organizacionales, contar con “pausa saludable”, llevar a sus funcionarios a talleres, realizar coaching o tener programas de asistencia al empleado (en los que los trabajadores reciben un apoyo telefónico o presencial en diversas áreas), entre otros. Las opciones son múltiples. Lo importante es que la empresa tenga un compromiso real por el bienestar de sus trabajadores.  La responsabilidad social empresarial debe empezar por casa.

Hay que considerar el trabajo como fuente de salud. El trabajo nos provee de un salario que nos permite satisfacer nuestras necesidades económicas. Nos mantiene activos física y mentalmente, tener contacto social y da un sentido a nuestras vidas porque es una forma de servir a otros. Es una tarea del Estado dar acceso al trabajo, ya que todos nos beneficiamos con ello, como individuos y como sociedad.

Autora: Nicole Hirmas R. Psicóloga Clínica.

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