Se llama insomnio a todo sueño alterado por causas endógenas (internas) o exógenas (externas). Un porcentaje importante de personas experimenta regularmente síntomas de insomnio una o dos veces a la semana; y en forma más frecuente en épocas de estrés, pérdidas o cambios. El insomnio puede relacionarse con diferentes tipos de dificultades para dormir, como: Dificultad para conciliar el sueño; despertares frecuentes durante la noche; despertarse demasiado temprano sin poder conciliar el sueno nuevamente; y despertar sin sentirse descansado
Entre las personas que más frecuentemente presentan insomnio figuran:
- Personas de la tercera edad
- Mujeres
- Pacientes con enfermedades médicas crónicas,
- Pacientes con enfermedades psiquiátricas, especialmente depresión
- Trabajadores en régimen de turnos
Se habla de insomnio agudo cuando aparece como reacción a algún estresor externo, en forma momentánea, por ejemplo algunas noches de la semana durante un corto plazo (1-2 semanas). El insomnio crónico en cambio, se refiere al que que se mantiene durante más de 1 mes, por lo menos 3 noches por semana. Dentro de las causas más frecuentes de este tipo de insomnio se encuentran las siguientes:
- Situaciones estresantes prolongadas.
- Problemas médicos (incluyendo enfermedades psiquiátricas como la depresión).
- Uso de algunos medicamentos.
- Malos hábitos de sueño.
- Condiciones ambientales adversas
Este tipo de insomnio requiere ser siempre evaluado y tratado por un médico especialista. El sueño cumple una función reguladora y reparadora en nuestro organismo, reabastece y restaura los procesos corporales que se han deteriorado durante el día, y resulta esencial para el control de la energía y la temperatura corporal.
El insomnio sin tratamiento puede traer numerosas consecuencias: somnolencia durante el día, deterioro del ánimo, cansancio físico fácil, fatiga, dificultades de memoria y concentración (que puede llegar a la confusión mental), mal rendimiento académico o laboral, accidentes (especialmente de tránsito) y enfermedades.El tratamiento y manejo del insomnio combina el uso de medicamentos con mejoras en los hábitos de salud y dormir. Respecto al uso de medicamentos, no es recomendable automedicarse, ya que existen numerosos fármacos que pueden producir sueño, pero que presentan efectos colaterales indeseables (dependencia, deterioro cognitivo, etc.); o que inducen un sueño “artificial”, es decir, que no tiene las mismas características que el sueño normal, y que no resulta reparador.
Existen medicamentos especiales que pueden ser indicados por su doctor, que inducen y ayudan a mantener el sueño, tienen pocos efectos secundarios, son eficaces y no son peligrosos; especialmente si se combinan con buenas costumbres de salud y hábitos de sueño adecuados.
Buenas costumbres de dormir que fomentan o promueven el sueño:
- Intente respetar las horas de sueño nocturno, sea constante en los horarios para acostarse y levantarse.
- No beba café, té u otras bebidas estimulantes después de las 20:00 horas.
- Evite el cigarrillo después de las 20:00 horas, porque la nicotina es una sustancia estimulante.
- Evite realizar actividades físicas intensas (deportes) después de las 20:00 horas, ya que le resultará más difícil conciliar el sueño.
- No ingiera comidas abundantes después de las 20:00 horas.
- Evite el trabajo intelectual intenso o estresante, especialmente frente al computador, después de las 20:00 horas.
- Utilice su dormitorio exclusivamente para dormir, evite los televisores, computadores, radios, etc.
- Mantenga su dormitorio fresco, oscuro, y sin ruidos; en su cama, utilice un colchón y una almohada que le brinden apoyo y confort.
- Evite el consumo de alcohol para inducir el sueño, ya que éste será de mala calidad, existiendo además un alto riesgo de desarrollar una dependencia al alcohol.
- Realice ejercicios de relajación antes de dormir, tales como escuchar música calmante, meditación, respiración, reflexología, etc.
La modificación de estos hábitos en muchos casos es suficiente para normalizar el sueño, y permite librarse de la necesidad de recurrir a un fármaco para lograr un buen dormir.
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