Proponernos objetivos permite fijar una ruta para alcanzar desafíos, crecer y desarrollarnos. Sin embargo, el perfeccionismo y preocupación excesiva por los logros puede llevarnos a una situación de estrés y ansiedad que, exacerbada, es capaz de transformarse en una patología de Salud Mental.
En general, nuestra sociedad valora las metas, los objetivos, y sobre todo, a las personas que son capaces de perseguir insistentemente lo propuesto. Existe un modelo del éxito donde la postergación de la gratificación inmediata en busca de un logro a futuro es socialmente promovida y reforzada. Si pensamos en un estereotipo de trabajador ideal, seguramente nos encontraremos con un perfil que incluya atributos como: persona centrada en los logros, productiva, ordenada, perfeccionista, prolija, adaptada a los normas y con capacidad para controlar sus emociones.
Pensemos en el ejemplo de un niño a quien desde pequeño le refuerzan los logros. No disfruta el colegio, siente ansiedad y estrés, pero se alivia cada vez que consigue una meta que es reforzada positivamente por su entorno. Pronto aprende a moverse por la necesidad de conseguir títulos, reconocimiento y honores. Cuando siente mucho estrés se dice a sí mismo que todo pasará una vez que consiga su meta. El problema es que una vez conseguida el alivio es efímero, y pronto hay una nueva meta que conquistar. Ha aprendido que la fórmula para el éxito es el sacrificio presente para la felicidad futura.
Este modelo nos deja muy expuestos a olvidarnos de nuestra experiencia en el presente y pasarnos la vida pensando en el futuro. Las personas que se mueven desde el modelo competitivo pueden mostrar una capacidad de disfrutar disminuida, ya que se centran en el resultado más que en el proceso y esto los lleva con facilidad a sentir preocupación y ansiedad.
Los preocupados
Existen personas que viven en una dinámica de preocupación excesiva, ya que tienden a percibir los estímulos como más amenazantes de lo que en realidad son. El perfil del preocupado se caracteriza por tener una gran dedicación al trabajo y un sentido moral estricto. Se esfuerzan por cumplir las normas y actuar correctamente. Tienden a ser perfeccionistas y gozan del orden y la planificación. Gustan de los desafíos y, por lo tanto, se esfuerzan en conseguirlos. En general, son muy exigentes consigo mismos, por lo que les cuesta aceptar sus errores y cuando los cometen sienten gran malestar.
En general, este perfil encaja con las expectativas del medio, ya que son personas que funcionan muy bien en sus roles productivos y son estables en sus relaciones, por lo que son percibidos por los demás como exitosos. Sin embargo, este éxito puede estar acompañado de una dosis de ansiedad y preocupación: como buenos perfeccionistas, la toma de decisiones les resulta difícil ya que siempre evalúan todas las opciones en busca de la mejor. Suelen ser muy racionales y poco conectados con lo emocional, esto les dificulta moverse en el mundo por sus impulsos y tienden a evitar las emociones profundas. Su perfeccionismo y preocupación excesiva por los logros los puede llevar a estar estresados y ansiosos.
Metas nutritivas versus obsesiones problemáticas
Proponernos metas y objetivos permite fijarnos una ruta para alcanzar desafíos, crecer y desarrollarnos. El problema surge cuando la meta nos hace enfocarnos sólo en el futuro, sacrificando el presente. También cuando perseguir la meta inunda todos nuestros esfuerzos y nos hace descuidar otros planos importantes de la vida, como nuestras relaciones con los seres queridos y la pérdida del goce. Sin duda es un problema cuando nos obsesionamos con las metas, cuando el éxito de conseguirlas es la única forma de sentirnos bien con nosotros mismos, de sentirnos reconocidos y validados por otros.
Si estamos inmersos en una cultura del éxito: ¿cómo podemos alentar a las personas a perseguir logros evitando caer en la obsesión? Lo primero es proponernos objetivos correctos, debemos identificar aquellos que sean significativos y gratos de perseguir. El proceso de luchar por conseguirlos, entendiendo que son medios y no fines, es lo que ayuda a aumentar nuestro bienestar. Esto nos permite centrarnos en la ruta, en el camino y disfrutar más de la experiencia presente en vez de preocuparnos del futuro, que además es algo que no podemos controlar. Cambiar el foco hacia el proceso en vez de al resultado también nos puede ayudar a perder el miedo al fracaso, disminuyendo así nuestra preocupación y ansiedad por equivocarnos. Debemos cambiar el lente aprendiendo a elogiar el proceso de crecimiento, la práctica, la perseverancia y no sólo los logros.
Trastorno Obsesivo Compulsivo de la Personalidad
Cuando los rasgos descritos anteriormente se exacerban podemos estar frente a un Trastorno Obsesivo Compulsivo de la Personalidad (TOCP). Lo particular es que las características de preocupación, orden y control se rigidizan a expensas de la flexibilidad, espontaneidad y eficiencia. Para el diagnóstico los síntomas deben estar presentes al inicio de la edad adulta y afectar diversos ámbitos del individuo. El área afectiva suele estar empobrecida, con un fuerte predominio de lo racional. Sus habilidades interpersonales son muy limitadas. Son formales, serios y carecen de sentido del humor. Cualquier cosa que amenace sus rutinas puede precipitar una fuerte ansiedad. De acuerdo al DSM IV se caracterizan por:
- Perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas.
- Dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades.
- Excesiva inflexibilidad en temas de moral, ética o valores.
- Incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles.
- Es recio a delegar tareas o trabajos en otros a no ser que éstos se sometan a hacer las cosas a su manera.
- Adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras.
- Muestra rigidez y obstinación.
Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)
Las obsesiones son ideas que asaltan la mente con tenaz persistencia, son pensamientos o sentimientos que se viven como intrusivos, ya que irrumpen en la conciencia del individuo causando gran ansiedad y malestar. Estas ideas son sentidas como incómodas para el sujeto que las experimenta y, a diferencia de las preocupaciones normales, se centran en una misma idea o tema repetitivamente, incluso durante años. El individuo reconoce que son producto de su mente, pero no puede controlarlas.
Las compulsiones son actos repetitivos y estereotipados que la persona realiza en respuesta a la obsesión, buscando aliviar la ansiedad y prevenir algún acontecimiento o situación negativa.
Existen diversos tipos de obsesiones. Una de las más comunes es la de contaminación, que mueve a realizar conductas de prevención y descontaminación como lavado compulsivo de las manos o limpiar la casa compulsivamente para librarse de los gérmenes. Otro tipo de ideas obsesivas son las de duda, orden, acumulativas, religiosas, etc.
El Trastorno Obsesivo Compulsivo es el cuarto diagnóstico más común después de las fobias, los trastornos relacionados con sustancias y el trastorno depresivo mayor.
Diferencias entre ambos problemas
La distinción del TOC con el TOCP está basada en la diferencia de los síntomas versus rasgos perdurables en el tiempo. El TOC causa un malestar que impulsa a la persona a librarse del trastorno, por lo que en general consultan con especialistas. En cambio, el TOCP no causa malestar e incluso los rasgos de personalidad son vividos como adaptativos por el sujeto, por lo que no suelen buscar ayuda.
El TOC es una patología que puede instalarse en cualquier personalidad y los síntomas suelen ser muy molestos para la persona, quien puede tener una vida normal y empezar a sufrir pensamientos obsesivos. Por ejemplo, cuando existe la idea de que si toca algo puede estar contaminado y puede enfermar, el individuo sabe que esto no es así, pero no puede sacar la idea de su cabeza. Por lo tanto, inventa formas para protegerse de la contaminación: ahí viene el acto compulsivo. Algunas veces, las personas con TOC sienten vergüenza o esconden su problema, pudiendo demorarse hasta 5 ó 10 años en consultar y cronificándose en el tiempo.
El TOCP no se refiere a síntomas, sino que son rasgos de la personalidad. Es la forma de ser de la persona, por lo tanto, es crónico en el tiempo. A su vez, como el individuo funciona de forma obsesiva y está acostumbrado porque es su forma de ser, no cree que sea un trastorno.
La etiología del TOC y del TOCP incluye múltiples variables como las biológicas, conductuales y sicosociales. Son patologías de salud mental específicas que requieren un abordaje especializado. Se ha demostrado que los pacientes se benefician del tratamiento farmacológico y la sicoterapia de manera combinada.
Por: Ps. Victoria González. En nuestro Centro de Atención Clínica encontrará a los mejores profesionales. Puede reservar o realizar consultas en los teléfonos 22784 0838 / 22784 0839 o al mail contacto@cetep.cl