Tarde o temprano llega el momento de que los niños entren al jardín infantil. Ufff… ¡¡Gran desafío!! No sólo para el pequeñito es difícil; a la mamá y el papá también les cuesta… y en ocasiones, mucho. Sin embargo, no hay duda de los beneficios que esto le traerá en su proceso de crecimiento.
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- Es una oportunidad para aprender a relacionarse con sus semejantes, incorporando las primeras normas sociales.
- Es también una instancia para regularse emocionalmente y adquirir autonomía.
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- También es un espacio donde reciben una estimulación sensorial y cognitiva mucho más variada a la que se les puede dar en casa.
Es importante apoyarlos en este proceso:
- La tranquilidad de los padres es una pieza clave, ya que los niños son muy perceptivos a las emociones de mamá y papá. Es fundamental que los padres se sientan confiados y seguros respecto el jardín que escogieron.
- Una semana antes de su ingreso, se le puede preparar. Contarle dónde va a estar, contarle que habrán otros niños y de su rutina. La idea es no hablarle en exceso porque eso terminará por ponerlo ansioso.
- El gran temor de los niños surge de quedarse en un lugar con gente desconocida y que la mamá pueda no volver. En ese sentido, la mamá tiene que darle la seguridad de que sólo va a estar un momento. La mamá puede, por ejemplo, contarle qué hará mientras él está en el jardín.
Recuerden que es un proceso de adaptación breve (suele durar un mes aproximadamente) y que pronto el niño estará feliz disfrutando y aprendiendo con otros niños en esta nueva rutina. El principal apoyo de los padres está en transmitir seguridad a sus hijos.
Autora: Dra. Claudia Barrera Renault
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