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¿Cómo podemos ayudar en situaciones de desastre?

Experiencia

Hemos compartido como ciudadanos sentimientos comunes de angustia, impotencia, temor, tristeza de observar cómo se devasta parte del territorio con los incendios y aluviones que han afectado durante el verano a nuestro país. Y por otra parte pudimos ver muestras de esperanza, solidaridad y empatía con tantas personas afectadas, que han vivenciado la pérdida.

Frente a este escenario surgen voces y acciones que rápida y eficazmente se posicionan de un rol activo y coherente frente al caos y la desesperación. Son las redes que de manera conjunta y organizada operan para estabilizar lo que observamos como desastre. Entenderemos este último concepto como cualquier emergencia que sobrepase las capacidades de respuesta local, obligando a solicitar apoyo externo. Por esto, es esencial comprender la importancia que tiene el cuidado de la Salud Mental en ocasiones como éstas, para operacionalizar de la mejor manera las intervenciones en los terrenos que han sido tan dañados.

Desde el departamento de Psiquiatría de la Universidad Católica y el Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales (CIGIDEN) se entregaron lineamientos contingentes para poner en práctica a la hora de participar  como profesionales de la salud de alguna acción organizada en el lugar del desastre.

Una de las ideas fundamentales a tener en cuenta es definir que la experiencia traumática es una experiencia común, teniendo en cuenta que más de un 40% de la población se ha visto alguna vez enfrentada a accidentes, asaltos, violencia, a ser testigos de eventos adversos, pérdidas, enfermedades, entre otros. Luego de haber vivido alguna de estas experiencias, podemos esperar que las personas manifiesten síntomas normales como  tristeza, angustia, irritabilidad, malestar emocional que en general tienden a disminuir espontáneamente alrededor de 1 a 3 meses, recuperando la tranquilidad sin necesidad de ayuda especializada.  Se espera que 1 de cada 7 afectados podría quedar con secuelas emocionales a largo plazo como depresión, trastorno de pánico, insomnio o estrés postraumático.

Los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) pueden ser otorgados por personal de atención primaria de salud, por maestros en las escuelas, por amigos y familiares, sin necesariamente ser un especialista en Salud Mental. Estas técnicas de ayuda deben cumplir con los objetivos de brindar y recuperar:

  • La sensación de seguridad
  • La sensación de calma
  • La sensación de autoeficacia (“podemos hacer algo”)
  • El contacto con familia y redes de apoyo
  • Una visión esperanzadora

Es importante contemplar que en algunos casos no será pertinente aplicar los PAP, teniendo que derivar de inmediato a la atención primaria o de mayor especialización en los casos de:

  • Ideación suicida
  • Riesgo de agresión a sí mismos o a terceros
  • Personas que no reaccionan a estímulos, que parezcan alejadas de la realidad
  • Crisis de pánico graves
  • Pacientes con trastorno psiquiátrico descompensado
  • Pacientes con trastornos psiquiátricos sin medicación

Desde CIGIDEN nos plantean que los Primeros Auxilios Psicológicos pueden aplicarse basados en un protocolo que contempla:

  • A: Escucha Activa
  • B: Entrenamiento de la (B) Ventilación
  • C: Categorización de las necesidades
  • D: Derivación a redes de apoyo
  • E: Psico Educación

El tiempo aproximado de aplicación del protocolo de PAP es de 10 a 60 minutos. Y los pasos de este protocolo pueden ser cambiados según la necesidad y el contexto. A continuación una descripción de los pasos:

A) Escucha Activa: Esta actitud incluye poner atención, intentar entender, trasmitirle al afectado/a desde la corporalidad y las señales no verbales el interés sobre su relato. Es una actitud de acompañar respetuosamente, de no obligar a hablar y respetar el silencio, y en especial, no hacer preguntas inadecuadas. Las trampas en las que podemos hacer en este paso es la impaciencia (por decir algo útil o ayudar), y el enganche (desde la agresión o la hostilidad del afectado).

B) Ventilación: Corresponde principalmente a realizar y enseñar ejercicios de respiración eficientes y fáciles con la finalidad de que los afectados/as recuperen la calma. Es importante introducir la idea de que la respiración permite, al tomar y botar el aire, enviar señales al cerebro que nos hace sentir más tranquilos. Podemos también ayudarnos de este ejercicio para ir ordenando las necesidades de las personas. El ejercicio se basa en realizar una inspiración en 4 tiempos, una exhalación en 4 tiempos y en sostener la respiración 4 tiempos con los pulmones vacíos, y volver nuevamente al ciclo de respiración de 4 tiempos. Lo ideal es mantener este ciclo de respiración durante 5 a 10 minutos. La indicación será repetir el ejercicio tres veces al día y cada vez que se sienta agobiado/a. Pueden utilizar también aplicaciones para ejercitar la respiración con su celular.

C) Categorización de Necesidades: En este paso se busca poder identificar y ordenar las prioridades cuando la persona esté muy abrumada y aportar con alternativas de solución realistas. Se le ayuda a establecer claridad y jerarquía de sus necesidades, por ejemplo: averiguar paradero y condición de los familiares, de mascotas, entregar más información sobre la emergencia, sobre atención médica, protección policial, abrigo y refugio, alimentos y medicamentos, entre otros.

D) Derivación a Redes de Apoyo: Una vez identificadas las necesidades de las personas y la priorización de las mismas, se activan las redes, los dispositivos disponibles para ayudar concretamente, por ejemplo: contactar familiares, amigos o servicios sanitarios. Para esto se requiere un amplio conocimiento de estas redes de apoyo y servicios disponibles, partiendo por el nivel comunal. En este paso sería ideal contar con material impreso con datos locales de teléfonos, direcciones, etc. La idea es orientar adecuadamente a las personas según lo que vayan requiriendo, acercándose a cada uno de los dispositivos (carabineros, bomberos, consultorios, áreas de abastecimiento de agua, comida, abrigo, albergues, entre otros) que funcionen en terreno.

E) Psicoeducación: En este paso se entregara orientación técnica, señalando cuáles son los síntomas a experimentar en los días siguientes a la catástrofe y se entregan recomendaciones como: mantener rutinas de sueño, descanso y alimentación, compartir con otras personas. Además, se les refuerza la información del paso D y se desmienten mitos como por ejemplo: “sentirse afectado es cosas de débiles, o de mujeres, o que el alcohol es bueno para dormir mejor”.  En este paso también sería ideal contar con material impreso que permita tener a mano estas sugerencias e indicaciones, por ejemplo las que entrega la Sociedad Internaciones de Estrés Traumático, (www.istss.org) y en la Asociación Chilena de Estrés Traumático.

Otro tema importante de abordar es el de normalizar síntomas, dejando en claro que es parte de este periodo tener rabia, imágenes relacionadas con la vivencia, sentir impotencia, desesperación, angustia, pena, acompañado de un mensaje esperanzado, focalizado en la  reconstrucción emocional y material.

Por: Marianna Cattoni Poblete, Psicóloga Adultos. En nuestro Centro de Atención Clínica encontrará a los mejores profesionales. Puede reservar o realizar consultas en los teléfonos 22784 0838 / 22784 0839 o al mail contacto@cetep.cl