El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, este día fue establecido por la Organización Mundial de la Salud, con el fin de alertar sobre un problema por el que mueren en el mundo cerca de 3.000 personas cada día, que deja a muchas otras con graves secuelas y que afecta también al entorno humano y social.
El suicidio sigue siendo una de las principales causas de muerte en todo el mundo, según las últimas estimaciones de la OMS, publicadas en «Suicide worldwide in 2019». Cada año pierden la vida más personas por suicidio que por VIH, paludismo o cáncer de mama, o incluso por guerras y homicidios.
En la actualidad, la pandemia de Covid-19 nos puso de frente, de manera imprevista, ante la pérdida. Se experimentaron cambios en la vida cotidiana, pasando por los trabajos, colegio, universidades, hasta la muerte como la pérdida más radical de todas.
La crisis sanitaria ha obligado a las personas a recuperar antiguas preguntas existenciales respecto del valor de la vida y tener que reorganizar las lógicas de sentido que nos sostenían en la relación con otros.
Producto de lo anterior, el gobierno de Japón nombró a su primer ministro para la Soledad, a mediados de febrero de 2021, encargado de llevar adelante una agenda integral para buscar formas de enfrentar la soledad social y el aislamiento.
Y, ¿qué pasa en Chile?
En el territorio nacional son 1800 las personas que mueren al año por suicido y por cada uno de estos, alrededor de 20 personas realizan un intento, según la Guía práctica en Salud Mental y prevención de suicidio para estudiantes de Educación Superior.
También existen datos presentados por la cuarta versión del Termómetro Social que impulsa Núcleo Milenio en Desarrollo Social (DESOC) donde se muestra que, durante esta pandemia, el 6,7% de los/as participantes ha presentado pensamientos suicidas y autolesivos en las últimas semanas, siendo más frecuentes en los jóvenes de 18 a 35 años, en comparación con los/as mayores de 60 años.
Junto a lo anterior, se destaca que solo el 17,2% de las personas que han tenido pensamientos autolesivos y suicidas, han accedido a un tratamiento en salud mental, poniendo en evidencia, una vez más, las enormes brechas asistenciales que presenta la población chilena y la vulnerabilidad en la que, aún, se encuentran algunas personas.
El psiquiatra de Clínica MirAndes, Rodrigo Rabajille, señala que “la tasa de suicidio aumenta con la edad, siendo el de mayor riesgo la tercera edad, sin embargo, esto puede ir cambiando por las condiciones y situaciones que enfrentan los diferentes grupos etarios”.
El Doctor Rodrigo Rabajille, comenta que “el mejor consejo que se le puede dar a alguien que quiera atentar contra su vida es buscar ayuda con un profesional de la salud mental”.
Primavera Gris
El psiquiatra de Clínica MirAndes, señala que “existen factores de riesgo para la conducta suicida tales como: antecedentes familiares y personales (suicidios en la familia o intentos de la misma persona), sociales (se ve más asociado a nivel socioeconómico bajo y pobre acceso a salud), antecedentes psiquiátricos (patologías como el trastorno bipolar, esquizofrenia , depresión mayor, abuso de alcohol y sustancias) y acontecimientos estresantes (duelos, problemas legales, problemas financieros, etcétera)”.
Con el cambio de estación aproximándose, muchas personas enfrentan problemas asociados a la Salud Mental, es por eso que el Doctor Rodrigo Rabjille explica dicha situación, comentando que “Si bien no existe una causa concreta, se ha planteado que podría obedecer al aumento de la luz, que ejerce un efecto positivo sobre el vigor y energía de las personas que ya presentaban ideas suicidas sin embargo no contaban con la energía para llevarlo a cabo”.
Y agrega “también existen patologías como el trastorno afectivo estacional (un tipo de depresión que se manifiesta durante otoño-invierno) que aumentan el riesgo de conductas suicidas”.
Algunas de las situaciones por las cuales debieras pedir ayuda:
• Te sientes más preocupado de lo habitual e irritable
• Te resulta muy difícil disfrutar de tu vida, te sientes muy triste o retraído
• Tienes pensamientos y sentimientos que te abruman e interfieren tus actividades cotidianas
• Te complica realizar tareas cotidianas, incluso aquellas que parecieran muy simples (por ej. preparar comida, aseo personal y otras)
• Has intentado hacerte daño o estás planificando hacerlo
• Estás dejando de comer, usas laxantes o vomitas para perder peso
• Si estás consumiendo drogas o alcohol frecuentemente y de manera excesiva
• Tienes drásticos cambios en tu estado del ánimo, tus conductas o en tus hábitos de sueño
• Tienes intensos miedos y temores que te impiden realizar tus actividades.
• Te sientes muy pesimista respecto a tu futuro y tus planes.
• Estás atravesando por una situación compleja en tu vida y te cuesta sobrellevarla. Por ej. problemas académicos o económicos, una enfermedad grave, la muerte de un familiar o amigo,
ruptura de relación de pareja.
Si conoces a alguien con una o varias de estas señales, trata de hablar con el/ella, ofrécele tu ayuda y anímale a pedir ayuda a profesionales.