Anteriormente habíamos comentado la diferencia entre empatía y simpatía, conceptos que suelen ser confundidos entre ellos. Esta vez, toca diferenciar la resiliencia de la resistencia.
Al igual que la empatía, la “resiliencia” es un atributo que todos deseamos tener y podemos identificarlo como una cualidad que atesoramos y nos hace sentir orgullosos. Pero, ¿sabemos distinguir realmente esta capacidad?
Existen variadas definiciones de resiliencia y muchísimas miradas desde distintas disciplinas. Una definición simple habla de la capacidad que tiene una persona de asumir con flexibilidad situaciones límite, sobreponernos a ellas y salir fortalecidos de la adversidad. No sólo afrontar la crisis, sino que también aprender de nosotros mismos y de nuestras habilidades.
A veces la vida nos plantea situaciones en donde sentimos que se superan nuestras capacidades: la muerte de un ser querido, enfermedades, deudas, términos de relaciones, el fracaso de un sueño profundamente anhelado y un largo etcétera. Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y nos hacen cuestionarnos si tenemos la fuerza, capacidad y voluntad necesarias para salir adelante. En este punto aparece como opción ser resiliente.
La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos personales en función del desafío que se presenta. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Una de las características de las personas resilientes es tener cierto grado de optimismo, entendiendo que “no existe una vida dura, sino momentos difíciles”. Mas allá del tema del uso del lenguaje es una manera diferente y más positiva de ver el mundo, son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con alegría.
En muchas oportunidades nos encontramos con situaciones que desarrollan en nosotros resistencia, no resiliencia. Porque somos capaces de tolerar muchísimo, pero sin esta flexibilidad o capacidad de salir fortalecidos como dice la definición. Más que nada, cuando nuestro atributo usado es la resistencia, la adversidad pone a prueba nuestra entereza, firmeza, tolerancia y paciencia. Pero no aprendemos nada nuevo de nosotros mismos ni desarrollamos nuevas capacidades.
Es por esto que queremos ser más resilientes, porque queremos desarrollar capacidades, virtudes y habilidades, aprovechando la adversidad. No sólo debemos sobreponernos podemos crecer tomando el desafío como una oportunidad única.
La resiliencia es una capacidad que podemos entrenar y desarrollar en nuestra vida. Podemos cambiar hábitos, creencias y prácticas, generar herramientas que ayuden a tener una vida más satisfactoria y plena.
Por: Andrea Eberhard. Terapeuta ocupacional, Universidad de Chile. Actualmente trabaja en MirAndes Clínica